Perdona nuestras ofensas, como nostros perdonamos a los que nos ofenden.

 

¿Qué se necesita para restaurar un matrimonio además de la oración y la fe en Dios? Muchas son las herramientas que podemos utilizar para restaurar un matrimonio.

En esta ocasión quiero dedicar esta reflexión a mi queridísimo hermano y amigo de España, quien me ha hecho detenerme a reflexionar con profundidad en este punto el cual, y lo menciono en mis prédicas, es un punto fundamental e indispensable como lo es la oración.

Perdón y oración, van tomadas de la mano, no se puede convivir sanamente sino existe la congruencia en la oración con la acción de perdonar, si esta no existe, o lo que es peor aún, (que fue esto precisamente en lo que mi querido hermano José se enfocó en una de nuestras asesorías) Te perdono, pero no te quiero cerca de mí, te perdono, pero no quiero volver a verte nunca, te perdono, pero no me busques ni me hables.

Me quiero detener en esta frase u oración del Padre Nuestro, porque hay mucho que abundar en esto, el perdón en sí, exime de toda culpa a quien lo recibe, y debería de dar total sanación a quien lo otorga, pero en la práctica terrenal muchas veces esto no es así.

Lo que me llama bastante la atención es cómo Jesús re abunda en esta sexta petición del Padre Nuestro, curiosamente es de la única que hace mención después de enseñar esta oración a sus discípulos, Él, conociendo nuestra naturaleza humana, la concupiscencia del hombre, señala la parte más difícil para nosotros sus hijos como seres humanos, y además dicta sentencia de no ser perdonados por parte del Padre, lo que indica que de ser así, tampoco podremos entrar al cielo, todo esto para aquellos que no sepamos perdonar… dice en San Mateo 6, 12; 14-15 Perdónanos el mal que hemos hecho, así como nosotros hemos perdonado a los que nos han hecho mal. Porque si ustedes perdonan a otros el mal que les han hecho, su Padre que está en los cielos los perdonará también a ustedes, pero si no perdonan a otros, tampoco su Padre les perdonará a ustedes sus pecados. De otra manera peculiar lo explica San Marcos 11,25 Y cuando estén orando, perdonen lo que tengan contra otro, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados… Lo que significa que es una total incongruencia orar y no perdona, el perdón debe de ser fruto de la oración, de otra manera la oración se convertiría en un monólogo sin beneficio espiritual alguno que no sea el simple hecho de tranquilizar conciencias, disculparse del no querer perdonar, eso es todo. Dicho a la manera del libro del Eclesiástico 28, 2-7 Perdona las ofensas a tu prójimo, y Dios perdonará tus pecados cuando se lo pidas. Si uno guarda rencor a su prójimo ¿Cómo querrá que Dios dé a él la salud? No tiene compasión de un hombre igual a él, ¿Y pide a Dios el perdón de sus pecados? Es un simple mortal y guarda rencor, ¿Quién le obtendrá el perdón de sus pecados? Piensa en tu fin y ya no odies más; piensa en la muerte y cumple los mandamientos. Recuerda los mandamientos y no odies al prójimo; piensa en la alianza del Altísimo y perdona las faltas. Aquí en esta cita bíblica, además de pedirnos no odiar, no guardar rencor y perdonar, en las últimas líneas nos hacen énfasis en el cumplimiento de los mandamientos de la ley de Dios, que al final de cuentas se resumen en dos: Amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y ama a tu prójimo como a ti mismo. Lc 10,27  

Aquí voy a mencionar lo que literalmente me compartió mi muy querido amigo José:  Personas con las que trato me dicen “Te perdono, pero no te quiero volver a ver” otros conocidos próximos, proponen que perdonar es una simple actitud de disipación de toda emoción: “Haz perdonado cuando no sientes ni frío ni calor” dicen. Se traduce así perdón, como algo que castra la convivencia, como un hielo arrojado al espacio que hay entre dos personas, que no permitirá que las llamas del resentimiento quemen, pero que en el peor de los casos tampoco permitirán cualquier otro trato, y el mejor de ellos no permitirá restablecer las relaciones a su situación original, sin embargo, las expresiones que usa Jesús son: Perdonar de todo corazón… Mt 18,35 y  matar el becerro gordo anillos en los dedos sandalias en los pies, de la parábola del hijo pródigo, Lc 15, 11-32 queriendo decir sin reservarse lo mejor que tenemos en el corazón, así, la hora de confrontar la situación de crisis, el cristiano aplica un perdón tibio, que ha decir verdad es la consolidación de un verdadero resentimiento en la medida que nadie soporta las llamas de su propio odio, pero reducir esas llamas a un nivel confortable no equivale a perdonar.

Este tipo de perdón no impide las rupturas matrimoniales, ni la ruptura de las amistades vaciándose de contenido el perdón, y dejando la situación peor porque esas personas, creyendo haber perdonado, castran el recorrido de sus conciencias y dificultan la búsqueda de un mayor perdón en su interior, produciendo un más sólido estado de ruptura, que si aún no hubiera intentado perdonar y abundaran en los sentimientos temperamentales. Es decir, de nuevo se producen efectos muy radicalmente contrarios y adversos.

Si me dijeran que ya me han perdonado, yo no concebiría que tras rezar: perdónanos como nosotros perdonamos, Dios perdone a esa persona de tal forma que le niegue la palabra por siempre. Hasta aquí la cátedra de perdón de mi querido José, y debo resaltar que es muy fuerte estas últimas líneas, pues el perdón entre esposos es empezar de nuevo, día tras día, dando oportunidad a la parte arrepentida de ganarse nuevamente la confianza, es un volver a reconquistarse mutuamente, pues tampoco concibo que la ruptura de un matrimonio sea por parte de uno solo de los dos, pues los dos tienen sus propias culpas, incluyendo esa parte que esperó y que al final decidió alejarse cuando ya el otro se arrepintió, es tan absurdo como culpa hay en ello, el verdadero perdón es unitivo, el verdadero perdón no necesita tiempo ni espacio entre dos.

Quiero por último decir algo muy importante, dando un ejemplo que me ha causado tristeza pero que me ha enseñado el poder de la oración del hombre como patriarca de la familia, y la consecuencia tan triste de no saber perdonar.

Entre las cientos de personas a las cuales me ha tocado asesorar en el camino de una separación o divorcio, conocí un hombre que estaba dispuesto a restaurar su matrimonio, le hablé de las herramientas que se necesitan para ello y en seguida las puso en práctica, pasaban los meses y no sucedía nada, a mí me parecía un poco extraño puesto que no hay persona o matrimonio que atienda que no restaure su situación, sin embargo, él no lo había logrado aún, cabe mencionar que cuando un matrimonio está separado y es la mujer quien ora por la restauración del mismo, tarda un poco más que si él hombre se inca a rezar por ello, pues el que tiene la mayor responsabilidad de llevar la familia al cielo es el hombre, no la mujer, al hombre se le ha otorgado divinamente esta potestad, nosotras como mujeres, tenemos la misma dignidad que el hombre más no la misma potestad, y que quede bien claro esta parte, pues los medios de comunicación y el plan de ideología e igualdad de género ha empoderado a la mujer de tal manera que  esta, le ha deshonrado al hombre queriendo estar a la par o por encima de su legado, Efesios 5, 22-24 Las esposas deben estar sujetas a sus esposos como al Señor. Porque el esposo es cabeza de la esposa, como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es también su Salvador. Pero, así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las esposas deben estar sujetas en todo a sus esposos.  Esto no significa que la oración de la mujer no es válida, pues también cualquier oración hecha con fe hace milagro Mt 15,28 Entonces le dijo Jesús: ¡Mujer, qué grande es tu fe! Hágase como quieres…ss. Vemos cómo se dirige precisamente a la petición de una mujer.

Continuando el comentario acerca de no ver nada claro por la oración de este hombre, me ha llamado la atención de tal manera que quería darme cuenta de qué era aquello que impidiera su restauración, puesto que los caballeros a quienes había atendida antes y después de él, habían logrado la tan anhelada restauración, incluyendo a un matrimonio que todo indicaba iba para el trámite de nulidad eclesiástica, en cuanto este dobló la rodilla y doblegó su soberbia ante el todo poderoso, el Señor complacido, en un mes le regresa a su esposa, fue algo maravilloso, esto es lo que hace la oración del hombre junto con el perdón. Lo que hice fue invitar a este otro caballero a uno de los retiros que organizamos, y ahí el Señor me permitió descubrir el motivo de su no restauración, simple y sencillamente por la falta de perdón, rezaba el santo rosario por su esposa y oraba las oraciones de restauración haciendo énfasis en el pecado de adulterio de ella, “La adultera” así la nombraba, sentí una pena profunda al descubrir las intenciones verdaderas de su corazón, y me quedó tan claro que alguien que no perdona es imposible que Dios lo escuche, puesto que la verdadera oración da como fruto primero en uno y después por quien se pide, principalmente en e matrimonio, Dios no te va a mandar a tu cónyuge si aún no perdonas, pues serías capaz de estar echando en cara su pecado cuantas veces sea posible, esto no es el verdadero perdón, y de igual manera lo digo para quien espera ser perdonado, Dios no te regresará a tu cónyuge, hasta que el Señor haya terminado la obra perfecta del perdón en el corazón del otro hacia ti, pues no te va a unir con quien desconfía todo el tiempo de ti y de la misma manera te esté cantando tus pecados y tus errores del pasado. Los tiempos de Dios son perfectos, lo que se debe de hacer para perdonar y ser perdonado es provocarlo de rodillas con la mayor humildad posible teniendo presente que nada es imposible para Dios Lc 1,37 Dios no tuerce ni obliga voluntades, Dios prepara el alma para las gracias, y una de ellas es la iluminación de conciencia, de esta manera aquel a que esperamos hará voluntariamente en el perdón verdadero válida la restauración del perdón. Y como decía el padre Pio: Ora, ten fe y no te desesperes…  y yo agregaría. Ora, ten fe y perdona… pues el perdón da la verdadera liberación.